The insider

The Insider, es una película dirigida por Michael Mann, con un guión escrito por el propio realizador y Eric Rothe, e interpretada por Al Pacino y Russell Crowe.
Los actores dan vida al productor de un programa televisivo y a un hombre que guarda un secreto de las grandes empresas tabacaleras.
Durante el film Al Pacino, en su papel de productor del programa de entrevistas "60 Minutos", emitido por la CBS desde 1968, intenta ganarse la confianza del ex trabajador de la fábrica de tabaco para que saque a la luz lo que los “siete enanos” (apodo que se usa para denominar a las siete grandes empresas tabacaleras de EE.UU) intentan mantener bajo secreto.

Jeffrey Wigand se muestra reticente porque su ex empresa, Brown & Williamson Tobacco, le coacciona amenazando a su familia. Pero finalmente, aún estando maniatado por un contrato de confidencialidad y teniendo que enfrentarse a multas y a procesos judiciales, se llena de fuerza y decide contar lo que sabe, los motivos morales que le llevaron a abandonar su puesto de trabajo y los secretos que ocultan las tabacaleras. Testificó ante los tribunales que estas compañías habían aumentado las dosis de nicotina en los cigarros, aún conociendo que era adictiva. Esta declaración abrió las puertas a uno de los más grandes escándalos periodísticos que ha vivido Estados Unidos.
La historia nos muestra a un periodista que está todo el rato al lado de su fuente, y a una fuente atemorizada, pero que decide dejar atrás su pasado para dar a conocer un delito de salud pública que afecta a miles de ciudadanos.

Es una historia de valentía y del buen trabajo periodístico que muestra lo mejor y lo peor del periodismo de investigación contemporáneo.

Una estructura estamental

En una gran empresa de comunicación como es la CBS, la redacción se distribuye en diferentes estamentos.
En el caso que es objeto de nuestro análisis encontramos: el equipo del programa “60 Minutos”, del cual se nos muestra al productor y a su presentador, los dos tienen un papel importante, ya que los temas de cada programa, o por lo menos cuando es un tema de relevancia social, son valorados por ambos.
El productor busca los temas y el presentador hace las entrevistas lo mejor que puede para entretener e informar al público, incluso llevando a los entrevistados a extremos para sacar las mejores declaraciones, “¿es usted terrorista?” como vemos en las primeras imágenes del film.
Pero por encima del equipo de producción de “60 Minutos” se encuentran los ejecutivos de la cadena, que son los que en última instancia toman las decisiones de lo que se va a emitir y de lo que se quedará fuera de los minutados.
Por tanto observamos una estructura jerarquizada en la que distinguimos por un lado, a los que toman las grandes decisiones, y que velan por los intereses de la cadena, y por otro los que se encargan de sacar adelante los reportajes, teniendo como objetivo informar a los televidentes de aquellos temas que puedan repercutir en su vida. En este caso concreto se trata un asunto de salud pública. El productor del programa está dispuesto a desvelar todo el entramado que ocultan las empresas tabacaleras, pero la dirección de la CBS trata de censurar la emisión del reportaje por intereses económicos.

El periodista y su fuente, una fiel relación

La fuente usada en el programa 60 Minutos de la CBS es una fuente informativa, ya que se trata de una persona anónima que vive una situación en primera persona que contará a Lowell Bergman, productor del programa, quien se encargará de dar forma a su historia y apoyar a su fuente durante todo el periodo de investigaciones, juicios....
En un primer momento nuestro protagonista, Jeffrey Wigand no tiene muy claro el ofrecer su testimonio, porque la empresa tabacalera para la que trabajaba le presiona para que cumpla su contrato de confidencialidad, ya que a ésta no le interesa que sus asuntos ilegales salgan a la luz.
Lowell Bergman se gana la confianza del protagonista hasta convencerle de que colabore en el reportaje. Wigand al principio, reticente a mostrar su rostro, se comporta como fuente anónima, por miedo a las amenazas sufridas por la tabacalera, pero más tarde cambiará su actitud y describirá detalladamente toda su historia dando la cara, aún quedándose en la más absoluta soledad. Narra en primera persona las investigaciones que el mismo tuvo que realizar para su ex empresa, desvelando el uso de sustancias nocivas para la salud.
Se observa como en todo momento el periodista es fiel a su fuente y le apoya durante todo el proceso, es más, podemos ver que es capaz de abandonar su profesión en el mismo instante en el que no se siente en condiciones de garantizar esa confidencialidad y apoyo a sus fuentes.

La verdad por encima de todo

El público busca que las noticias relaten la realidad de los hechos, ya que lo que el lector pretende, al leer un diario o ver un informativo, es estar informado de lo que sucede en su entorno, por tanto si se le miente más que informar, se le estaría desinformando.
Pero ¿qué es la verdad? un mismo suceso se podría ver desde diferentes puntos de vista que no tienen porque relatar la misma verdad, lo cual no quiere decir que una de esas interpretaciones sea falsa, simplemente ofrece otra visión de lo acontecido.
En este lugar entra en juego otro factor fundamental del periodismo: la objetividad. La verdad está directamente relacionada con el objetivismo, pero si partimos de la base de que ser objetivo es complicado, quizá contar la verdad también lo sea. En el mismo momento en el que se decide como enfocar una información ya se está dando de lado a la objetividad, y el relato de los hechos será de una forma, pero si el enfoque fuese diferente, la verdad podría ser otra.
Un ejemplo lo podemos encontrar en las declaraciones que se incluyan y en las que se descarten, éstas pueden aportar enfoques distintos.

Lo importante, en cualquier caso, es que toda información que se aporte en una noticia esté contrastada y comprobada para que ofrezca al público la mayor veracidad posible.

Revisar una y mil veces

Las fuentes con las que trabaja un redactor marcan el estilo de sus noticias, reportajes, artículos...

En "El precio de la verdad" cada periodista busca su tema y lo pone en común con el resto de la plantilla, si el director da el visto bueno el redactor empieza a trabajarlo, para ello cada periodista tira de sus propias fuentes (institucionales, anónimas, confidenciales, espontáneas).

Si nos centramos en las supuestas fuentes, y digo supuestas ya que son inventadas, con las que trabaja el protagonista, son fuentes espontáneas, por casulidad se "tropieza" con un tema de actualidad que casualmente resulta ser también entretenido y divertido.

Cada periodista tiene sus propias fuentes, su agenda, y antes de escribir algo debe de haberlo contrastado perfectamente porque quizá te estén "tomando el pelo".

Pero esta película muestra otro punto de vista, el problema está en la confianza que el director y los compañeros depositan en Stephen Glass, nadie revisa las fuentes antes de publicar sus artículos, de modo que se se están publicando hechos falsos y nadie se da cuenta, hasta que una revista de la competencia se les adelanta y descubre que algunas de las noticias publicadas en The New Republic son inventadas.

El precio de la verdad

Stephen Glass (Hayden Christensen) trabaja para una de las revistas más prestigiosas de Washington, The New Republic y su futuro es prometedor, pero tras la publicación de “El paraíso del hacker” todo su futuro se desmorona. En el artículo describe detalladamente, como un niño, dedicado a la piratería informática, consigue un contrato millonario en una empresa de software. A raiz de este artículo, una revista de la competencia empieza a investigar ya que algunas cosas no cuadran, y se ponen en contacto con el director de The New Republic que averigua que todo lo dicho en ese artículo es una fantasía creada en la imaginación de Glass, tras este descubrimiento se da cuenta que al igual que éste, todos los escritos anteriormente también están basados en hechos irreales. Aquí se acaba la carrera periodística de una joven promesa que había alcanzado el triunfo engañando a sus compañeros y a los lectores.
El precio de la verdad es un claro ejemplo de lo que un periodista no debe hacer. Cuando un lector lee un periódico o una revista, está depositando toda su confianza en la publicación, leer noticias falsas o basadas en hechos no sucedidos significa romper una confianza que luego cuesta mucho recuperar.